27 December, 2012

El azúcar: una nueva droga equiparable al alcohol y al tabaco a juzgar por las estadísticas médicas

El aumento del consumo de azúcar desde el siglo XVIII se ha notado en las cifras de fallecimientos y enfermedades no contagiosas. En las escuelas antes solía haber un “gordito” en cada clase. Hoy no: todos son gordos

El día en que el primer europeo probó una pizca de azúcar, el mundo empezó a girar más rápido. La fecha precisa de ese acontecimiento no fue registrada por la historia, pero se dio en algún momento de la Edad Media. Desde esa época, la civilización occidental comenzó a cambiar a un ritmo intenso. “El azúcar rediseñó el mapa demográfico, económico, ambiental, político, cultural y moral del mundo”, dice la historiadora canadiense Elizabeth Abbott, autora del libro sobre la civilización del azúcar, “Sugar, a Bittersweet History” (Azúcar, una Historia Agridulce). En siglos de tragedia y gloria, el azúcar transformó la alimentación del Occidente, esclavizó generaciones de hombre africanos en América, llevados por los conquistadores, fue el combustible de la Revolución Industrial, promovió guerras e imperios, diezmó paraísos ecológicos, erigió y pulverizó.

Movido por su energía calórica, el mundo sigue girando rápido, tan rápido que estamos ahora ante otro cambio vertiginoso: el azúcar comienza a ser considerado como un enemigo de la salud humana, un veneno tan perjudicial que merece ser tratado con el mismo rigor empleado contra el tabaco o el alcohol. Está cerca el día en que un paquete de azúcar incluirá esta inscripción: “El Ministerio de Salud Pública advierte: este producto es perjudicial a la salud”.

“Se advierte al consumidor que esta droga le puede matar”

El azúcar, en sus varias formas, es el gran promotor de la obesidad, pero sus niveles altos en la sangre pueden asociarse también a muchos males degenerativos, desde el ataque cardíaco al derrame cerebral, el ictus y la diabetes.

Existen sospechas científicas serias de que el azúcar puede ser incluso una de las causas de algunos tipos de cáncer. En la lista está el cáncer de páncreas, el mismo que mató al actor Patrick Swayze a los 57 años de edad. En Harvard, investigadores siguieron a 89.000 mujeres y 50.000 hombres y descubrieron que las gaseosas pueden aumentar el riesgo de cáncer de páncreas en mujeres. Antes que los hombres se sientan premiados por la naturaleza, otro estudio, que examinó a 1.800 enfermos varones, indica que una dieta azucarada puede aumentar el riesgo de cáncer del intestino grueso en los hombres.

Pero, si el azúcar llegara a ocupar el lugar del tabaco, se convertiría en el cigarrillo del momento. En Estados Unidos, ya hay un movimiento, incipiente pero sólido, integrado por los científicos más reconocidos del país, contra el consumo de azúcar.

Atacar al bolsillo: un gobernador trata de disminuir el consumo de azúcar a base de impuestos más elevados

Los estados de Nueva York y Maine discutieron la posibilidad de cortar su consumo a partir de impuestos. En Nueva York, el gobernador David Paterson propuso una alícuota del 18%, pero luego desistió de la idea al percibir la mala voluntad de los parlamentarios y la fuerza del lobby del azúcar, cuyo poder es legendario en la política americana.

Recientemente, un artículo publicado en el “New England Journal of Medicine”, causó furor al defender la aplicación de un recargo sobre las bebidas gaseosas. La repercusión se debió a la pretensión escrita, que sugería tratar al azúcar como si fuera tabaco o el alcohol. Uno de sus autores era Kelly Brownell, famoso epidemiólogo de la Universidad de Yale. El otro, Thomas Frieden, desde la Alcaldía de Nueva York, lideró el combate a la grasa trans e hizo que 300.000 neoyorquinos dejaran el cigarro. Ahora, Frieden asesora al presidente Barack Obama como cabeza del CDC, órgano que cuida del control y de la prevención de enfermedades.

La campaña sigue contra las gaseosas y las bebidas dulces para que rebajen sus calorías

Bebidas menos dulces, pueden cerrar el cerco. El profesor Walter Willett, una eminencia académica que dirige el departamento de nutrición de la escuela de salud pública de Harvard, lidera el lobby para convencer a la industria para que adopte una fórmula de gaseosas menos perjudiciales para la salud. Quiere que cada lata o botella tenga, como máximo, 50 calorías, el equivalente a tres cucharadas de azúcar. Una lata de cola normalmente tiene 150 calorías, el equivalente a 10 cucharadas de azúcar. Un adulto que consume una lata con 150 calorías al día puede llegar al final del año, con casi siete kilos más.

Willet declara: “Cuando un adulto se acostumbra a comer todo dulce, se le hace difícil apreciar la dulzura suave de una zanahoria o una manzana”. Por primera vez en la historia, la American Heart Association, la entidad de los cardiólogos, divulgó límites específicos para el consumo de calorías de azúcar. Sorprendentemente, definió niveles inferiores a los comúnmente recomendados.

Las mujeres no deben consumir más que 100 calorías de azúcar al día, lo que corresponde a algo más de seis cucharadas de azúcar. Para los hombres, el límite diario es de 150 calorías, o 10 cucharadas.

Estados Unidos es el grupo más poderoso escenario de esta guerra contra el azúcar de las bebidas gaseosas, pero no es el único. Inglaterra y Francia están prohibiendo la publicidad de colas en televisión. En México, donde la obesidad crece a un ritmo frenético, las gaseosas han sido expulsadas de las escuelas. En Alemania y Bélgica, la prohibición vale hasta para el comercio en las inmediaciones de las escuelas. En Irlanda, las celebridades no pueden hacer comerciales de gaseosas dirigidos al público infantil. En España la época de bebidas gaseosas ha pasado. El vino la ha desplazado.

El azúcar y la obesidad son un problema a nivel planetario. Examinando datos relativos a 2010, la Organización Mundial de la Salud estimó que 1, 6 billones de seres humanos están por encima del peso y hay 400 millones obesos. Es una cifra abismal. Ya hasta surgió un neologismo para subrayar la dimensión global de la obesidad: la “globesidad”.

Con su autoridad científica, Willet prevé: “Obesidad y diabetes serán el desafío de la salud pública del siglo XXI”. ¿Más dañino que el tabaco?. Obviamente, hay diferencias entre el azúcar y el tabaco en términos de agresión al organismo.

Comenzando por el hecho de que nunca necesitamos del tabaco para vivir, pero sí necesitamos del azúcar –aunque nos baste el azúcar que se encuentra en las frutas, en la leche, la miel, en legumbres y condimentos. Pero el hombre del siglo XXI. No se conformará con eso.

Desde el punto de vista exclusivo del funcionamiento metabólico humano, es exagerado e innecesario el azúcar que se agrega al organismo en alimentos y bebidas, jugos, helados, caramelos, dulces, tortas, chocolates y una infinidad de productos que muchas veces ni imaginamos que tienen azúcar, como la cerveza y pasta de tomate.

Como todo lo innecesario al metabolismo, el azúcar en exceso hace mal a la salud. Otra diferencia es que el tabaco cause el 95% de los casos de cáncer de pulmón, pero el azúcar no es el responsable por el 95% de los casos de obesidad o diabetes. La obesidad tiene raíces múltiples. El hábito de comer fuera, la popularización de locales de comidas rápidas, la invención de la refrigeradora y del microondas, el estilo de vida sedentario, la súper oferta de alimentos a precios accesibles, todo eso contribuye a la obesidad. En Estados Unidos, hay un ingrediente adicional: las raciones diabólicamente generosas.

El norteamericano aprecia lo gigantesco, lo monumental. Ese rasgo cultural aparece en la preferencia nacional por las camionetas enormes, por las casas que parecen castillos, por los pantalones anchos de hip hop y, claro, por los platos enormes. Las papas fritas del Mc Donald’s son el mejor indicador. En 1960, cada porción tenía 200 calorías.

Esa cantidad subió a 320, 450, 540 y ahora está por los 610. Hay estudios que indican que el americano asocia el tamaño de las raciones con el poder, con la masculinidad. Así, el joven se sentiría más “macho” al entrar al cine cargando no una bolsa, sino con un gran saco de palomitas.

A pesar de todos esos factores, el azúcar tiene el papel central en la pandemia de la obesidad y las bebidas dulces son su vehículo más popular, particularmente en Estados Unidos.

Las colas un símbolo del poder americano, del triunfo del capitalismo, único en el mundo

El país del norte es la patria de la Coca Cola, la única nación cuya imagen se asocia a una bebida gaseosa. La Coca Cola es el símbolo de éxito americano. Idolatrada, su marca representa el triunfo del capitalismo. Los norteamericanos beben 56 millones de litros de bebidas gaseosas al año. Como una señal de los tiempos, el consumo de bebidas azucaradas cae, mientras la venta de bebidas gaseosas dieta crece, al promedio, del tres por ciento al año –éxito sin precedentes en esa industria.

Pero, de todos modos, los norteamericanos son grandes devoradores de azúcar. Del azúcar de caña, consumen 9, 6 millones de toneladas por año. Y también devoran otro tanto del azúcar obtenido por la sigla HFCS, un preparado de maíz con alto poder edulcorante que el organismo humano absorbe más rápido que el azúcar de caña refinado. Norteamericano y obeso son términos que corren el riesgo de convertirse en sinónimos.

Están por todas partes. Andan pegados a las paredes para descansar cada 10 pasos. Usan muletas, sillas de ruedas. En los hospitales, hay mesas de cirugía especiales para recibirlos. Hay fábricas de ataúdes reforzados para difuntos obesos. Los militares dicen que el 25% de los jóvenes reclutas están demasiado gordos y tienen que bajar para que puedan alistarse. Se teme que, por primera vez desde la Guerra Civil Americana (1861-1865), la expectativa de vida caiga debido a las muertes por obesidad.

Cada vez más gordos desde la más tierna edad y la perspectiva es cada día peor

La estadística es tenebrosa: el 34, 3% de los norteamericanos con 20 años o más, son obesos. Entre los niños de seis a 11 años, que beben hoy muchas más bebidas gaseosas que leche, la incidencia llega al 17%.

El periodista William Dufty (1916-2002) lanzó el libro “Sugar Blues” en los años 70, obra un poco panfletaria que se convirtió en un clásico por la satanización del azúcar, y extendió la idea de que el azúcar engorda. Las bebidas gaseosas no sólo se volvieron el blanco número uno del ataque contra el azúcar por causa del alto consumo. Hay investigaciones que muestran que la ingestión de calorías en forma líquida puede ser más perjudicial a la salud que la de calorías de alimentos sólidos.

Por motivos aun desconocidos, la caloría en forma líquida trastorna el radar del apetito humano y retarda la sensación de satisfacción, lo que les lleva a comer más y engordar. Con la caloría en forma sólida ocurre lo contrario.

Siempre que pasa por el tubo digestivo, el apetito registra su ingreso, reduciendo la cantidad que necesitamos comer para sentirnos satisfechos. Tal como hizo el gremio del tabaco hace medio siglo, los fabricantes de bebidas gaseosas contestan esos boletines científicos y usan sus propias investigaciones. Susan Neely, presidenta de la American Beverage Association, que reúne a las industrias, llegó a decir incluso que no hay prueba de que las gaseosas causen obesidad. Como la venta ha caído y la obesidad no, eso es una señal, dice Neely, de que una cosa no depende de la otra.

El profesor David Ludwig, de Harvard, fue directo al punto. Examinó 111 artículos científicos y descubrió que, de los estudios sin patrocinio de la industria de las bebidas gaseosas, casi el 40% presentan conclusiones contrarias a los intereses de los fabricantes. De los artículos financiados por la industria, todos aportaron conclusiones que les son favorables.

Al consultarse seis especialistas sobre los males que, con certeza científica, puede causar el azúcar en exceso, además de la obesidad, el resultado es devastador, porque un mal provoca otro, que por su parte provoca un tercero, colocando en movimiento un carrusel que puede incluir caries dentales, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, derrame cerebral, insuficiencia renal, ceguera, enfermedades nerviosas, amputaciones y aproximadamente seis a siete años de vida menos.

EE.UU lleva la palma con el invento genial de la Coca Cola e imitaciones. Los jóvenes se han vuelto adictos y allí las colas y las bebidas dulces se equiparan al botellón de aquí

La guerra contra el azúcar y sus diversas encarnaciones acabará produciendo cambios en la vida de billones de personas.

Al atravesar el planeta desde Polinesia hasta el continente americano, la caña de azúcar alteró la dieta occidental como quizás ningún otro producto. Popularizó el helado, el te, el café, el chocolate, el ron. El azúcar está en el chocolate del Día de los Enamorados. Está en los huevos de Pascua de los niños, en la torta delante de la cual los novios beben el champán en la fiesta de matrimonio. Es difícil imaginar el mundo de hoy sin azúcar.

¿Cuánta azúcar por niño o por adulto se consumirá en esta Navidad?. Todo el mundo (casi) se preocupa de él como factor principal de la obesidad, pero no de que sea el causante de otras enfermedades crónicas y hasta letales. Con hacer dieta, después, todo arreglado. Dieta que nunca llega.

El Dr. Robert Lustig, profesor de Pediatría en la División de Endocrinología en la Universidad de California, uno de los mejores expertos en obesidad infantil, ha sido el pionero en la decodificación del metabolismo del azúcar.

En julio del 2009 el Dr. Lustig pronunció una conferencia histórica sobre los peligros del azúcar que fue muy difundida por YouTube y el Dr. Lustig se hizo sumamente popular y ha recibido más de dos millones de visitas hasta el momento.

El video no murió allí y son unas 50.000 personas al mes las que ven este video, a pesar de que tiene una duración de 90 minutos tiempo que el usuario no soporta normalmente como dijo el periódico New York Times.

Al referirse al azúcar como una “toxina” o un “veneno” 13 veces y llamarlo “malo” cinco veces, el Dr. Robert Lustig explicó que los peligros del azúcar se aplican a todas sus formas, ya sea blanco granulado- conocido comúnmente como sacarosa- o el jarabe de maíz de alta fructosa. A los del lobby del azúcar debió darles un infarto colectivo.

Y de acuerdo con el NYT su postura no tiene que ver sólo con las calorías… porque… “el azúcar es un veneno en sí mismo“, sentenció el Dr. Lustig.

“Si Lustig tiene razón, entonces nuestro consumo excesivo de azúcar no sólo en Navidad sino a lo largo de todo el año y de todos los años es la causa principal de que el número de diabéticos y obesos se haya disparado tanto en EE.UU. como en el mundo, escandalosamente, en los últimos 30 años, ” dice el NYT. “Pero su argumento implica más que eso. Significa que el azúcar también es la causa principal de muchas otras enfermedades crónicas consideradas como males ocasionados “los estilos de vida occidentales”- como las enfermedades cardíacas, la hipertensión y muchos tipos de cáncer comunes.”

El New York Times agrega que el Dr. Lustig tiene evidencia “masiva” que respalda sus afirmaciones. En noticias relacionadas, de acuerdo con el Epoch Times, un informe de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) ha encontrado que Estados Unidos es el más obeso de los 33 países estudiados. En la actualidad el 75% de los norteamericanos tiene sobrepeso, un número que para el 2020 aumentará un 25% y un 86% para el 2030.

Cambiar de alimentación podría ahorrarle gobierno norteamericano $ un trillón de dólares al año…para terminar todas las guerras pendientes

Por primera vez en la historia, las enfermedades por el “estilo de vida”- de la diabetes a varios tipos de cáncer- están matando a más personas que las enfermedades de transmisión… y la guerra de Afganistán. Y tratar estás enfermedades que se pueden prevenir le cuesta al gobierno más de una séptima parte del PIB de Estados Unidos.

La prevención sería un cambio de 90 grados en los hábitos alimenticios y la industria alimenticia no sólo no apoya el cambio a alimentos enteros y saludables, sino que luchará contra el cambio.

Poner fin a esta locura del consumo excesivo de azúcar por esos alimentos sólidos y las bebidas dulces es casi imposible y la lucha del Dr. Lustig será como la de don Quijote contra los molinos de viento.

Un artículo reciente publicado en el New York Times afirma que es posible y discute lo que se podría ahorrar en salud publica por medio de un cambio de alimentación y hábitos de estilo de vida más saludable. Lo hace con cifras. Y es muy positivo.

“Las diferentes cifras apuntan hacía la misma dirección que los enemigos médicos del azúcar. Véanse las enfermedades cardíacas: Un estudio Interheart de más de 30.000 hombres y mujeres de 52 países descubrió que hoy al menos el 90 por ciento de las enfermedades cardíacas están relacionadas con el estilo de vida. Un estudio europeo de más de 23.000 llevado a cabo en Alemania y parte de Francia mostró que las personas con estilos de vida más saludables tuvieron un riesgo 80% menor.”

Pero lo que si sabemos es que las personas comprarán cualquier cosa que tenga buena publicidad. Desgraciadamente, la actual publicidad de la industria alimenticia mundial no se inclina por un cambio a alimentos enteros y saludables. La industria alimenticia toma ese rumbo simplemente porque los alimentos procesados son un gran negocio que dejan grandes ganancias. Y esa industria no cederá sin antes luchar ferozmente. Y además no tienen ningún incentivo para cambiar la venta y comercialización de sus alimentos procesados a menos que el mercado lo exija de forma absoluta…

Como el proverbio latino… “Veo lo mejor y lo apruebo, pero sigo lo peor”

El Dr. Lustig cree que la situación actual puede cambiar, pero sólo si la gente acepta las simples verdades de comer sanamente y rehúsa comprar alimentos procesados cargados de azúcar. En Navidades pastelería, turrones, mazapanes…

La persona consume un promedio de 1/3 de libra de azúcar todos los días, que son como 150 gramos, de los cuales la mitad es fructosa o 300% más de la cantidad que en realidad debería provocar una especie de caos… bioquímico. Y ese es el promedio, aunque mucha gente consume más del doble de esa cantidad.

Y cuando se esté evaluando su consumo de azúcar, no hay que limitarse a contar únicamente el número de cucharadas de azúcar regular que se agrega a los alimentos y bebidas. También se debe incluir los otros tipos de edulcorantes, como los productos a base de maíz como el jarabe de maíz de alta fructosa (JMAF), la miel y el agave.

El aumento en las tasas de obesidad y diabetes han aumentado dramáticamente en los últimos 30 años se debe en gran parte al aumento en el consumo de azúcar/fructosa con la llegada del JMAF, que en la actualidad forma parte de prácticamente todos los alimentos procesados. La prevalencia del JMAF (Jarabe de Maíz de Alta Fructosa) en los alimentos y bebidas en la actualidad es tan grande que la principal fuente de calorías en los Estados Unidos es la fructosa.

Se encuentra en las sodas, jugos de fruta, bebidas deportivas y se oculta en la mayoría de los alimentos procesados- desde el embutido bologna, la galletas tipo pretzel hasta la salsa de Worcestershire y el queso para untar. Incluso la mayoría de las dulces infantiles contienen, los chupachups por ejemplo, el azúcar equivalente al de una lata de Coca Cola.

El norteamericano medio consume 12 cucharaditas de azúcar al día, o sea unas dos toneladas en toda su vida.

Desgraciadamente, el Instituto de Medicina (IOM) aún no ha sido capaz de editar ningún tipo de guía de orientación para el consumo de azúcar, por prudencia, frente a poderosos lobbies… Pero buscando datos históricos, allá por la década de 1700, la persona promedio consumía sólo 13 kilogramos de azúcar al año. Para 1800 esta cifra había aumentado a más de 50 kilos al año. La principal diferencia es que en aquel tiempo no existían los alimentos procesados, por lo que no había forma de comer 36 gramos de JMAF (jarabe de maíz ya citado) provenientes de alimentos como galletas y queso para picar…

Si está probado que el azúcar es tan tóxico como el alcohol, debería recibir igual trato

El alto consumo de azúcares, que hemos numerado y están detrás de la obesidad y las enfermedades asociadas a ella, conocidas como síndrome metabólico, ha advertido desde “Nature“ el incansable Dr. Robert H. Lustig, el neuroendocrino famoso por su cruzada contra la fructosa.

Argumenta que esta sustancia es equivalente en toxicidad al alcohol que parece bendecido por los dioses. Le respalda la Dra. Petra Sanz, de la Sociedad Española de Cardiología que dice “Está demostrado que puede favorecer el síndrome metabólico, un conjunto de patologías que se consideran factores de riesgo para el infarto de miocardio, angina o ictus”.

Esteban Jódar, jefe de Servicio de Endocrinología del hospital Quirón de Madrid, corrobora que la relación entre bebidas ricas en fructosa y síndrome metabólico, llena ahora la literatura de afecciones cardiovasculares. Además la ingestión abundante de fructosa desarrolla resistencia a la insulina y a la leptina, hormona que regula el nivel de lípidos en sangre, y acelera la obesidad, como muestra un estudio del Ciberobn, explica Miguel Ángel Martínez Olmos, del Complejo Hospitalario de Santiago de Compostela.

Por eso “hay una corriente en Estados Unidos partidaria de gravar estos alimentos de fácil acceso implicados en la epidemia de obesidad y diabetes”, que amenaza a los sistemas de salud. Sería recomendable una mayor formación para que los conocimientos sobre nutrición no venga solo de la publicidad“, aclara Jódar. Una opinión que comparte Petra Sanz, que cree que el etiquetado en alimentación debería ser mucho más preciso. Olmos va más allá: debería regularse y señalarse la cantidad de azúcar añadido.

Una sugerencia que a los adictos al azúcar no les gustará: equipararlo al alcohol

El título del citado artículo de la revista Nature ha sido muy comentado por todos los medios importantes. El titular de artículo de Nature era agresivo: “Los edulcorantes agregados suponen un peligro para la salud que justifica controlarlos como al alcohol”. Los autores del estudio son Laura A. Schmidt, Claire D. Brindis y Robert H. Lustig, del que hemos hablado antes.

En 2010 un estudio de la ONU mostró que la mayoría de muertes era debido a las “enfermedades de estilo de vida”. Esas enfermedades tienen su origen en tres zonas: el alcohol, el tabaco y una mala dieta. Según la publicación en Nature, el hecho de que el alcohol y el tabaco estén regulados en casi todos los países deja en evidencia que ciertas otras en la dieta también deberían ser reguladas, refiriéndose a los azúcares agregados en cientos de productos.

La especialista Marion Nestle escribió un post en su blog sobre el tema y enumeró los argumentos en contra del azúcar: “ mucha gente consume cerca de 500 calorías diarias a partir de azúcares; el alto consumo de éstos tiene efectos negativos sobre la sociedad (se refería a la obesidad).

Las propuestas del artículo se parecen a las que se hacen con el tabaco y el alcohol. Muchos sugieren, por ejemplo, restringir la cantidad de azúcar que se le puede vender a los niños, la reducción del espacio publicitario que se les da a ciertos productos o la creación de algún impuesto específico, entre otros.

Según publican en BBC, Barbara Gallani, directora de seguridad alimenticia y ciencia en la Federación de comidas y bebidas del Reino Unido se interroga_ ¿Es el azúcar un elemento a considerar de la misma forma que el tabaco y el alcohol?

Fuente: http://lukor.com/blogs/noticiasdehoy/2012/12/27/el-azucar-una-nueva-droga-equiparable-al-alcohol-y-al-tabaco-a-juzgar-por-las-estadisticas-medicas/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=el-azucar-una-nueva-droga-equiparable-al-alcohol-y-al-tabaco-a-juzgar-por-las-estadisticas-medicas


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