Si, según el refranero español, quien bien te quiere, te hará llorar, estos psicólogos siberianos lo llevan a rajatabla. Aseguran que se trata de un método científico que proporciona felicidad a sus pacientes.
A los drogadictos les dan 60 latigazos; a los alcohólicos, 30. Si esto es la felicidad, Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy. El doctor alemán Pilipenko es quien regenta este método masoquista en una clínica de Siberia. Afirma, con rotundidad, que está científicamente probado que, al obligar al organismo a liberar endorfinas, instantáneamente provoca una mayor felicidad en el paciente. En ‘The Siberian Times’, Pilipenko asegura que “el azote contrarresta la falta de entusiasmo por la vida, que es lo que, a menudo, está detrás de las adicciones, las tendencias suicidas y los trastornos psicosomáticos”. Como para volver a probar una cervecita…
Una de las pacientes de esta extraña clínica es una joven de 22 años, Natasha, que estuvo a punto de morir por su adicción a las drogas. Ella está convencida de que es la prueba de que la terapia funciona: “Con cada latigazo, grito […] Es un dolor punzante, un dolor real, y siento sacudidas en todo el cuerpo. A menudo, lloro y el médico me pregunta qué es lo que siento y si estoy bien”. (Hombre, bien, lo que se dice bien, no tiene pintar de estar…)
La sesión de latigazos cuesta 73,65 euros. Igual saldría más económico darse cabezazos contra la pared… El apaleamiento se lleva a cabo con ramas de sauce y únicamente dan en las nalgas, motivo por el que los doctores también han tenido que dar explicaciones: “Golpeamos a los pacientes con una finalidad médica clara; no se trata de una actividad sadomasoquista”. Menos mal; seguro que ya todo el mundo se queda más tranquilo.
Lo más sorprendente es que esta clínica tiene mucho éxito. Acuden a recibir el tratamiento personas de toda Rusia y de Estados Unidos. ¿No tendrá nada que objetar la OMS (Organización Mundial de la Salud)?
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