Un estudio concluyó que enviar y recibir estímulos breves ayuda a disminuir conductas de riesgo y el consumo de esta sustancia.
Recibir mensajes cortos sobre el progreso de las metas ayuda a reducir conductas de riesgo (Foto: Getty Images).
Los mensajes de texto que pueden provocar accidentes viales, principalmente entre jóvenes, también pueden ser aprovechados para promover una mejor salud y seguridad, de acuerdo con los resultados de un estudio.
En el estudio, 15 adultos jóvenes que registraron un consumo excesivo de alcohol tuvieron que enviar y recibir mensajes de texto semanales para hacer un seguimiento de su consumo. Al finalizar el programa, luego de 12 semanas, reportaron haber bebido menos que al inicio.
En comparación, un grupo similar de jóvenes de 18 a 24 años de edad que envió, pero no recibió mensajes de texto, y un grupo de control que no envió textos en absoluto, no lograron reducir su consumo de alcohol en forma eficaz.
Los hallazgos fueron publicados este diciembre en el sitio web de la revista Alcoholism: Clinical and Experimental Research (Alcoholismo: Investigación Clínica y Experimental). Aunque el estudio debe considerarse como preliminar, debido a su tamaño, los investigadores dicen que los programas de mensajes de texto son una estrategia prometedora para reducir el problema de alcoholismo, así como otras conductas peligrosas o dañinas para la salud.
Las intervenciones mediante texto son un ejemplo de lo que se conoce como “salud participativa”, dice el autor Brian Suffoletto, médico y profesor asistente de Medicina de emergencia en la Universidad de Pittsburgh.
“En los modelos tradicionales de salud, los pacientes han ocupado el asiento de pasajero en la atención de su salud. Ahora... se convierten en conductores de su propia mejoría. Realmente creemos que esta innovación es un ejemplo de no sólo asistir, sino participar en la autogestión”.
Suffoletto y sus colegas pidieron a los jóvenes en el grupo de intervención —quienes, como los demás participantes del estudio, fueron identificados como bebedores con problemas— enviar textos semanales que hicieran un recuento de las bebidas consumidas.
Dependiendo de la cantidad que habían bebido esa semana, los participantes recibían respuestas automáticas que proporcionan retroalimentación positiva (“¡Sigue con el buen trabajo!”), o los instaban a limitar su bebida durante la siguiente semana. Aquellos que acordaban respetar un límite recibían un mensaje de seguimiento que sugería estrategias para el consumo responsable, como contar los tragos y aumentar el lapso de tiempo entre una bebida y otra.
Durante el último mes del estudio, los participantes que enviaban textos reportaron haber bebido en exceso en 3.4 días menos que el mes anterior. Y cuando lo hicieron bebieron aproximadamente dos bebidas menos. (El consumo excesivo de alcohol fue definido como consumir más de cinco bebidas en un período de 24 horas).
Los mensajes de texto incorporaron dos características de la asesoría tradicional contra el alcohol: hacer un monitoreo de la propia conducta de consumo y establecer metas a corto plazo.
Los participantes del estudio recibieron retroalimentación inmediata sobre su consumo de alcohol (en vez de información semanal o mensual de un consejero), lo que podría reforzar los comportamientos positivos y ofrecer una mejor idea de los hábitos de consumo. “Los teléfonos celulares se han convertido en un apéndice de nuestro cuerpo, así que para una verdadera evaluación de la conducta de consumo, son potencialmente más precisos que sólo recordar (cuánto se bebió)”, dice Suffoletto.
Y el relativo anonimato de los mensajes de texto, donde los participantes fueron identificados solamente por un número permitió que las respuestas fueran honestas.
"Los datos anteriores han mostrado que los adultos jóvenes están dispuestos a revelar mucha más información a través de algo como un servicio de mensajes cortos que lo que harían si estuvieran cara a cara con un médico”, dice Suffoletto.
Los investigadores prevén que los programas de mensajes de texto como los utilizados en el estudio podrían ser aplicados con éxito a comportamientos problemáticos además de la bebida, como el uso ilícito de drogas o relaciones sexuales sin protección, e incluso podrían ser utilizados para animar a la gente a comer mejor, hacer más ejercicio, y en general para adoptar y mantener estilos de vida saludables.
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