El nuevo gobierno coruñés revisará su norma antibotellón, que cree ineficaz
La edad de inicio de los menores gallegos con el alcohol está en los 14 años, una cifra que tiende a encoger de forma sistemática debido a los nuevos hábitos de ocio de las nuevas generaciones gallegas. Dos ejemplos: un niño de solo 11 años tuvo que ser atendido en un hospital de A Coruña la noche del último San Juan debido a una intoxicación etílica; hace tres meses, en Ferrol, la policía encontró literalmente borracha en la calle a otra niña de 12.
Aunque en marzo pasado entró en vigor la nueva ley autonómica de prevención del consumo de alcohol antes de los 18 años -que endureció la anterior al prohibir también beber vino o cerveza-, los menores sortean con relativa facilidad la norma y se las ingenian para llegar a las barras de pubs y discotecas o seguir haciendo botellón. Así, en las últimas fiestas de la Ascensión en Santiago, tres chavales de 16 años acabaron ingresados con intoxicación etílica. Sus amigos aseguraron que habían estado bebiendo en un local de copas del centro.
Control tímido
Desde la Consellería de Sanidade recuerdan que la legislación se creó para «atajar un grave problema» y que «se está cumpliendo desde el primer día», aunque también dicen que «hay varias instituciones implicadas». De hecho, la ley deja en manos de los concellos la vigilancia del botellón y, por tanto, de la edad de quienes beben. Un control que, a la hora de la verdad, está resultando más bien tímido. Por eso hay menores que aseguran que lo más difícil es comprar el alcohol (aunque suelen usar intermediarios mayores de edad); para beberlo no suelen tener problemas, como atestiguan numerosos participantes consultados por La Voz en distintos puntos de Galicia.
Pedir el DNI no es habitual
No es habitual que los agentes de policía pidan el documento nacional de identidad a los participantes en los botellones para comprobar que tienen 18 o más años. En Vigo, donde se pueden juntar hasta 2.000 jóvenes en la plaza de la Estrella, no hay controles específicos pese a detectarse menores. Tan solo se pide el carné si se producen altercados. Lo mismo ocurre en Lugo. O en Ourense, donde varios agentes vigilan el botellón, pero únicamente por si hay alteraciones del orden.
En el Campus Vida de Santiago, en el que cientos de jóvenes se reúnen para beber, la presencia de menores pasa inadvertida y los controles son puntuales. En Pontevedra afirman que, aunque se vigila que los locales no vendan alcohol a menores, es «complicado» controlar lo que bebe realmente cada joven, su edad o hacer pruebas de alcoholemia en pleno botellón, lo que requeriría un despliegue de medios considerable. Fuentes de la Policía Local de Ferrol apuntan que allí tampoco se identifica a los botelloneros. «No hay peleas y los vecinos no protestan», explican. En A Coruña solo piden el DNI si hay alguna trifulca o si sospechan que alguien pueda ser menor por su aspecto.
Consentimiento tácito
Precisamente la ordenanza de esta ciudad podría ser revisada en breve. El nuevo gobierno, del PP, la ve ineficaz y no está de acuerdo con el consentimiento tácito del botellón en los jardines de Méndez Núñez. «Los menores no pueden beber, lo dice la ley y se va a cumplir», señaló el portavoz municipal hace solo unos días.
Información elaborada con aportaciones de M. Mosteiro, G. Lemos, M. J. Fuente, R. Pita, E. G. Souto, S. Barral y R. Novoa.
Fuente: http://www.lavozdegalicia.es/galicia/2011/06/19/0003_201106G19P14991.htm
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