Paseando por la calle veo otra campaña de una grow shop, me llama la atención y no puedo menos que pararme a observar una pared llena de carteles anunciando la apertura de una tienda dedicada al mundo del cultivo del cánnabis y su parafernalia. Mucho dinero y beneficio tienen que dar estas tiendas en esta época para que se anuncie una que está alrededor de 35 kms. de donde se publicita, sobre todo cuando en Noia ya existen dos dedicadas a lo mismo.
No voy a entrar, por el momento, en el tema si este tipo de tiendas están en la alegalidad y si favorecen o no el consumo de cánnabis. Pero me vuelve a llamar la atención la insistencia en que se publicitan, ¿cuándo recordamos que una campaña de prevención de drogodependencias tuviera tanto impacto como estos anuncios de una grow shop? No se si las personas que paran por la calle reparan en ellos o si al contrario son indiferentes. Creo que últimamente vamos tan acelerados que ya ni reparamos en lo que sucede alrededor nuestro.
De todas maneras, tal vez sea demasiado abusiva esta manera de anunciarse pero estamos en la libertad de mercado, aunque lo que subyace a esta libertad sea una sociedad de consumo, en este caso de consumo de marihuana. Ahí queda esta imagen para la reflexión.
5 comentarios:
Si comparamos estas fotocopias cutres en blanco y negro con el despliegue gráfico a todo color de la publicidad de alcohol en vallas municipales, tendremos claro qué es más preocupante.
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Por eso, y porque la industria de bebidas alcohólicas, siempre tienen la tendencia de jugar al límite y explotar al máximo sus potenciales y futuros "clientes" con el objetivo de conseguir un máximo de beneficios. Existen entidades como "Marin Institute" (fights to protect the public from the impact of the alcohol industry's negative practices). http://www.marininstitute.org/site/
En una ocasión decidí entrar en una de ellas por simple curiosidad y sin nada que demandar. Una chica muy atenta se dirigió a mi simulando extrañeza, como si yo no fuese el tipo de persona que esperaban entrara en la tienda. Muy amablemente, la dependienta, al ver que yo me entretenía un tanto desorientada por no saber que producto demandar, ojeando productos de una estantería y diversos anuncios, me preguntó en qué podía ayudarme. Siendo una analfabeta en el tema, le respondí instantáneamente: algo para la ansiedad. No pasaron unos segundos y sobre el mostrador colocó varias cajas y frasquitos cuyo contenido no pude apreciar. Todo esto sin parar de darme recomendaciones de cómo debía consumir el producto y su eficacia contra la ansiedad. Me sorprendió bastante la facilidad para explicarse. Mismo parecía como si tuviese memorizados los prospectos de cada producto. Evidentemente, al preguntar por el precio del frasquito que supuestamente iba a comprar, me despedí de la amable dependienta diciéndole que volvería mañana.
A pesar de la magnifica atención recibida, desconfío de los productos que ofertan esos establecimientos.
Isabel, si yo tuviera un problema de ansiedad, empezaría por entrar en una farmacia, no en un growshop.
Desde luego, pero no todas las mentes actúan en la misma línea. Hay personas que por un problema óseo o muscular recurren al curandero antes que al traumatólogo.
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