Las pequeñas dosis de alcohol aspirado son el último grito este verano en las zonas de marcha de las Islas Baleares.
Cuando uno piensa en un chupito, lo que se le viene a la mente es una barra de bar -discoteca, pub- abarrotada de gente intentando llamar la atención del camarero o camarera a base de empujones, gestos extraños y gritos, un grupo de colegas de marchas nocturnas, el juego del duro, sal y limón y colores fluorescentes. Más o menos. Los tradicionales chupitos entre copa y copa de toda la vida. En ningún momento a nadie se le ocurre imaginarse un inhalador, tipo Ventolin, una boquilla como la de los etilómetros y un chupito seco, gaseoso, una bocanada de gas que ¿sabe? a fresa, vodka o tequila. Pues, por lo que parece, estos «chutes» de alcohol inhalado son el último grito este verano en la marcha nocturna de Magaluf, una de las zonas turísticas por excelencia de Mallorca.
Se les conoce como «oxyshot». Chupitos sin líquido. El oxígeno se encarga de convertir el alcohol en gas. Al parecer, el precio del combinado aspirado oscila entre los cuatro y los diez euros, y equivale, en borrachera, al colocón de cuatro copas. El efecto es exprés, casi inmediato. Uno escoge el sabor que más le apetezca -los hay de todo tipo, de los más dulces como fresa, caramelo o licores de frutas, hasta los más ácidos y fuertes de manzana agria, vodka, absenta o tequila- y aspira fuerte a través de una boquilla (que no suele cambiarse entre consumidor y consumidor). No tiene más ciencia. Nadie comprueba la edad del que de un soplo, abre sus pulmones para recibir el golpe del alcohol, que luego pasa directamente a la sangre. Se promocionan como colocones inmediatos, borracheras sin resaca. Pero, a pesar de que las autoridades los consideran legales, los efectos para la salud de este nuevo tipo de chupitos no están demasiado claros. Inflamación de bronquios o infección de pleura, al parecer, son algunas de las consecuencias negativas de la diversión.
A la moda del gas etílico se le suma, sobre todo en las fiestas guiris tan extendidas por el territorio balear, una nueva costumbre en la juerga nocturna: colocarse a golpe del «gas de la risa». El procedimiento también es sencillo, el kit del gas de la risa incluye un inflador de globos a presión y cargadores de óxido nitroso (un gas legal, que utilizan los anestesistas como complemento con otras substancias en las operaciones quirúrgicas, pero cuyo uso irresponsable puede provocar problemas de salud). Con el equipo en mano, se hinchan los globos y se inhalan. Los efectos son rápidos: sensación de embriaguez, bienestar, euforia y alegría. Una práctica que se ha tomado prestada de los bares y clubs nocturnos de Londres.
Fuente: http://www.lavozdegalicia.es/sociedad/2011/08/24/00031314203409182648872.htm
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