12 March, 2012

Triste botellón. Artículo de opinión de Manuel Fernández Areal.

MANUELFERNANDEZAREAL SÍ, triste botellón porque, aunque parezca lo contrario, suele ser causa de tristeza para uno mismo y para los demás.

Hace muchos años, con ocasión de una expedición cultural, con otros profesores, tuve ocasión de recalar en Helsinki un sábado. El espectáculo que por la tarde pudimos contemplar, con mocetones como castillos, jóvenes finlandeses completamente borrachos tirados en la calle, sin capacidad para reaccionar, ebrios, sin poder ni abrir los ojos cuando pasábamos sobre ellos procurando no pisarlos, se me quedó grabado para toda la vida.

Peor es el recuerdo que guardo de una cierta capital de provincia española en la que, recién incorporado como profesor a mi Facultad, se me ocurrió ir a echar una ojeada a la movida juvenil, cacareada como alegre fiesta y ensalzada incluso como pujante movimiento cultural por nada menos que todo un catedrático de Universidad y alcalde de la capital de España. Allí, entre otros espectáculos lamentables, contemplé, tirada en la calle y borracha perdida, a una chica de no más de quince años; y yo me preguntaba: ¿esta niña no tiene padres, no se dan cuenta sus padres de los peligros que corre?

A la juventud hay que explicarle, como nos explicaron a los que ya no lo somos cuando éramos jóvenes, que hay muchas maneras de divertirse y que concretamente esa moda del botellón, que empalma, con ciertas aspectos novedosos, con las ocasiones de siempre de ponerse morados de alcohol, no son precisamente adecuadas para quien quiera llevar una vida digna y conservar una buena salud. Porque el alcohol perjudica y mucho, y no solo a la persona que bebe, sino a quienes con esa persona conviven. Beber es, personal y socialmente, muy perjudicial.

Autor: Manuel Fernández Areal. Catedrático emérito de Periodismo. Fuente: http://www.elcorreogallego.es/opinion/ecg/triste-botellon/idEdicion-2012-03-12/idNoticia-736091/

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