- Crecen los casos de drunkorexia, un trastorno alimentario vinculado al alcohol
- Causa graves problemas de desnutrición y pérdida de la capacidad cognitiva
- Hacer esto "es una locura", señala la doctora Rosa Calvo del Hospital La Paz
- Una joven narra cómo arriesgó su salud ante su obsesión por estar delgada
Varios jóvenes se sirven alcohol en un botellón
Una paciente con drunkorexia asiste a la consulta con el doctor Adelardo Caballero
El problema de Marta comenzó en 2008, cuando tenía 20 años. “No me encontraba muy bien con mi cuerpo y me comparaba con mis amigas”. “Me daba atracones y vomitaba”, y así comencé con una bulimia, cuenta a RTVE.es. Después de un tiempo, esta joven, que utiliza un nombre ficticio porque prefiere mantener el anonimato, comenzó a suprimir la comida los fines de semana para salir y beber alcohol sin engordar.
Marta, que mide 1,66 metros, llegó a pesar 40 kg. “Al principio me veía bien, conseguí el peso ideal”. Pero al cabo de un tiempo comenzó a tener fuertes dolores de estómago y de cabeza y “vomitaba el doble”. Estaba desnutrida y deshidratada.
La drunkorexia es un trastorno alimetario como la anorexia o la bulimia. La diferencia reside en que se persigue controlar las calorías "mediante la restricción de alimentos" para permitirse un posterior "atracón" de alcohol, explica a RTVE.es la psicóloga María del Mar González Muñoz, directora de la Unidad Salmantina de Trastornos Alimentarios.
Según Marta al principio todo era bueno. “El alcohol me hacía sentir muy bien, era como una persona que me arropaba". "Cogí el físico que quería y adelgacé mucho". Pero con el tiempo su salud fue a peor, tuvo problemas con sus familiares y amigos y se le agrió el carácter. Si alguien le preguntaba por qué no comía o le insinuaba que tenía un problema, se enfadaba. "Perdí amistades por mi adicción, pero a día de hoy las estoy recuperando".
Hacer esto "es una locura"
Suplir los alimentos por las calorías del alcohol "es un gran error", advierte el doctor Adelardo Caballero, del Instituto de la Obesidad, que explica que las del alcohol "son calorías vacías y es un tóxico que hace daño al hígado". La drunkorexia es "bastante más grave que la anorexia o la bulimia porque ingerir alcohol en grandes cantidades y en ayunas puede producir hepatitis muy graves”, asegura a RTVE.es. El doctor también alerta de que ha aumentado el número de casos.
La doctora Rosa Calvo, psicóloga del Hospital Universitario de La Paz, añade que como las calorías del alcohol no tienen nutrientes, las consecuencias de sustituirlas por alimentos tienen un doble efecto: por un lado una desnutrición generalizada que afecta prácticamente a todos los órganos del cuerpo pudiendo incrementar incluso el riesgo de muerte. Por otro, el deterioro cognitivo del cerebro por el consumo de alcohol, que pierde capacidad de control, algo que si no se para a tiempo puede ser irreversible. Hacer esto "es una locura", opina.
Marta pidió ayuda porque un fin de semana se puso "realmente mal". Ahora lleva un año de tratamiento y está recuperada. Ha ganado peso y puede beber alcohol en muy bajas dosis. “Por una parte me apetece beber, pero mis amigas conocen mi caso, me controlan y me ayudan". No obstante reconoce que tiene miedo a recaer si deja la terapia.
Además de superar su trastorno alimentario, también ha tenido que “desengancharse” del alcohol. “No llegué a ser una persona alcohólica", pero "he sufrido una adicción completa” que empezó por no estar bien conmigo misma y que se agravó cuando empecé a cambiar comida por alcohol.
El doctor Caballero precisa que la drunkorexia “no es un alcoholismo", sino un trastorno de la conducta alimenticia, por el que "ves los alimentos como una cosa mala, una cosa perversa”. "No son problemas con la comida, ni con su cuerpo, es un problema psicológico grave en el que la alimentación y el cuerpo son el modo y el vehículo para intentar controlar todos los aspectos de su vida", añade la psicóloga González Muñoz.
El tratamiento, "imprescindible"
Esta experta explica que como con todos los trastornos obsesivos, es "imprescindible" recibir tratamiento para superar la drunkorexia. Es algo complejo, ya que requiere un enfoque multidisciplinar en el que deben participar médicos, psicólogos y nutricionistas.
Estos pacientes suelen tener baja autoestima (a pesar de poder tener resultados académicos brillantes) y problemas a la hora de expresar sus emociones. "Aquí es donde el alcohol tiene un peso importante porque funciona como desinhibidor de la conducta", señala la psicóloga.
Buscan un control en su vida a través de los alimentos, las calorías, el ejercicio, los vómitos, el alcohol..., lo que les provoca a corto plazo una gran satisfacción, pero a largo plazo el problema se les escapa de las manos y caen en una espiral de la que no son capaces de salir", señala González Muñoz. Esto provoca un enorme sentimiento de frustración que les cambia el carácter y les vuelve irascibles, añade.
Marta lo sabe bien. Con todo esto “se te agria el carácter, te vuelves antisocial y te agarras en el mundo del alcohol”, confiesa. A día de hoy esta joven de 24 años lleva una dieta equilibrada, ha ganado 10 kilos de peso y está contenta con su físico.
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Fuente: http://www.rtve.es/noticias/20130317/drunkorexia/618024.shtml
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