Leo en el Diario de Ferrol el sábado 8 de marzo la noticia relativa a la presentación del ultimo estudio de la FAD: “Mismas drogas, distintos riesgos. Un ensayo de tipología de jóvenes consumidores”.
En el tema de la percepción del riesgo hay diferentes teorías y dilemas que van entre el catastrofismo más exacerbado hasta la inocuidad más absoluta.
Una de las posturas en la que se basa el artículo “Hacia la percepción del riesgo basada en la evidencia” es en la capacidad del individuo de autogestión de los riesgos en el llamado modelo de gestión de placeres y riesgos. En el cual el individuo asume los problemas relacionados con su consumo y es capaz de decidir con responsabilidad respecto a los temas que afectan a su consumo.
Esto es debido a que tradicionalmente hemos cargado las tintas en los daños provocados por el consumo de drogas, que si los hay, pero que tal vez no los hemos ajustado del todo a la realidad.
En una ocasión con motivo de un curso de formación tuve que asistir, no sin un interior sonrojo, a la frase lapidaria de uno de los guruses de la prevención que (él) sin rubor dijo: “los preventólogos estamos habituados a mentir”. En esta parte doy la absoluta razón al artículo citado anteriormente en que se ha recurrido de manera excesiva al miedo como estrategia preventiva y que esto no ha sido para nada eficaz. Por ello tal vez los jóvenes no ven el uso de drogas como algo negativo y que se sientan atraídos por el riesgo que supone el consumo en si mismo.
¿Encontraremos algún día el punto exacto entre riesgos objetivos y percepción de los mismos? Claro que esto es una cuestión muy personal tal vez alejada de evidencias científicas y más cercana a las diferencias en la conducta humana que a otro tipo de raciocinio. De hecho en el estudio de la FAD se hace una clasificación en base a una diferente tipología de los jóvenes en base a su postura con respecto al consumo de drogas (despreocupados, experimentadores y precavidos).
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