06 March, 2013

Por la falta de medios para la prevención de las drogodependencias…

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Leo el domingo 3 de marzo en La Voz de Galicia esta noticia que viene a ser la crónica de una muerte anunciada. Dicen que pese a las medidas legislativas no se logra frenar el consumo de alcohol al aire libre. Ya cuando salió la Ley 11/2010, de 17 de diciembre, de prevención del consumo de bebidas alcohólicas en menores de edad, se echó de menos un sesgo más educativo y dotarla de medios para hacerla efectiva además de las consabidas multas por consumo de alcohol en la vía pública que las tendrían que hacer efectivas los padres de los menores.

La sensación que da dicha ley ha sido la de llenar un par de reportajes del periódico cocinados en la administración autonómica para más vanagloria de aquellos dirigentes que desde un despacho legislan o dirigen las políticas de prevención y no se encuentran a pie de calle. Por que hasta donde yo se pocos programas de prevención se han financiado para hacer efectivos los objetivos de la ley, y es más los que aún quedaban han ido desapareciendo.

Bien que los escenarios han cambiado, ahora también hay que estar presente en las redes sociales; ver: “Sanidade lanza una campaña en Tuenti para concienciar a los jóvenes sobre los peligros del consumo de alcohol” (y yo soy uno de los primero en propugnarlo) pero la intervención educativa directa con la población destinataria sigue siendo necesaria. Así que se deberían de impulsar y fomentar iniciativas y programas bien diseñados y que tengan un impacto directo en los jóvenes. Tarea ardua difícil por otro lado pero en la que no hay que desfallecer.

Lo realmente peligroso del alcohol ya no es simplemente que sea un rito de paso en la adolescencia sino que se convierta en un hábito y después en una dependencia. Pienso en aquellas pandillas que además de beber los sábados cuando salen, ya celebran los cumpleaños con alcohol, las fiestas en casa o en el piso de los amigos con alcohol, cuando salen a tomar algo con sus amigos toman algo de alcohol y al final acaban alcoholizando su tiempo de ocio.

El dilema está si después de todo nos estaremos enfrentando en un futuro no muy lejano a una generación con un alto porcentaje de personas con alcoholismo. De cualquier manera, el suprimir o disminuir de manera salvaje los programas de prevención a la mínima expresión o simplemente de manera simbólica es un grave error que seguramente sus consecuencias las pagaremos antes de lo que pensamos.

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